La 'enfermedad' que sienten los astronautas al estar en el espacio

Al principio, todo es extraño, es la explicación del astronauta de la NASA Garret Reisman sobre la sensación de estar en el espacio. En una entrada de la plataforma Quora, el viajero espacial explica que el organismo experimenta una 'enfermedad' que solo es sanada por la capacidad de adaptación del hombre, según resume el sitio en Facebook Pictoline.

El oído interno, responsable de la orientación, no funciona y envía señales 'basura' al cerebro. El corazón, acostumbrado a bombear sangre contra la gravedad hacia el cerebro, llena de sangre oxigenada la cabeza, provocando hinchazón. Al cerrar los ojos, se observan destellos de relámpago dentro de la vista, son los síntomas de esta 'enfermedad'.

También se tiene dificultades para moverse. "El primer día está lleno de disculpas, ya que inevitablemente pateas o codeas a tus compañeros de tripulación como si fueses un pez fuera del agua", dice Reisman.

Las personas que han tenido la fortuna de navegar por el cosmos al menos por un mes aseguran que estos síntomas se superan con el tiempo y el cuerpo se termina acostumbrando a la situación. "Entonces te despiertas por la mañana, flotas fuera de tu saco de dormir, disparas a través de la estación espacial como Superman".

Marsha Ivins, ex astronauta estadounidense, explica que la sensación de estar en el espacio es también bastante emocional. "No hay manera de anticipar el impacto emocional de salir de tu planeta natal", dice al sitio "The Wired". "Es impresionante. Es surrealista [...] Es una mezcla de lo trascendentalmente mágico y lo profundamente prosaico".

Ivins llega a esta conclusión luego de viajar 55 días por el espacio en cinco misiones para la NASA. Asegura que las vistas que se tienen son las 'más perfectas' que existen, pero que los viajes no son nada glamurosos.

Los fluidos corporales se muevan hacia la cabeza, lo que provoca fuertes dolores de cabeza. El cuerpo trata de compensarse y pierde un litro de líquido solo en los primeros dos días. La cefalea solo se pasa orinando, según Ivins. A algunos les da náuseas, pues el sistema de orientación no sirve, como explica Reisman. Por eso, arriba es cualquier cosa hacia donde apunta la cabeza y abajo donde están los pies.

El estómago se pone plano y sientes que creces cinco o siete centímetros. Y aunque al inicio no se desea comer nada, con cada viaje el tiempo de adaptación suele ser más rápido.

La astronauta apunta que otro gran problema de percepción sensorial es el sabor de los alimentos. En su caso particular, pierde el apetito en el espacio, sobretodo porque cosas como un sabroso chocolate saben a cera. A eso sumarle que no se puede obtener comida fresca, por obvias razones, los alimentos que consumen no suelen ser apetecibles.

Finalmente, una de las sensaciones más raras en el espacio se experimenta al momento de dormir. Descansan en bolsas de dormir que se anclan a cualquier parte del transbordador. "Es como acampar", pero amarrado por todos lados para que ninguna parte del cuerpo flote a la deriva mientras se duerme.

"Si no metes los brazos en la bolsa, se van a la deriva frente a ti. A veces te levantas por la mañana para ver un brazo flotando delante de tu cara y piensas, '¡Whoa! ¿Qué es eso?' Hasta que te das cuenta de que es tuyo".

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